Un ladrón armado con un cuchillo exigió el dinero al empleado de una estación de servicio, el joven se negó, activó la alarma y corrió por un bate de béisbol preparado para la ocasión. Se originó una pequeña riña, en la que el malviviente recibió algunos golpes en la cabeza. Para sorpresa del empleado el ladrón sangrado soltó el cuchillo, cayó en los brazos de su agresor y llorando dijo: "Déjame ir, tengo esposa y niños". El terrible matón de repente era un mar de lagrimas, tanto que llegó a tocar el corazón del joven empleado quien en un gesto de compasión le dio una toalla de papel para que se limpie la herida en la cabeza... Pero: "La policía dijo más tarde que había mentido. Él no tenia familia y quería gastar el dinero en drogas", Ahora enfrenta una pena de al menos cinco años de prisión.
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