Los jerbos de Egipto miden de 10 a 12 cm (más 20 de cola), provistos de grandes ojos, para poder ver por la noche y orejas grandes, que les sirve como sistema termorregulador.
Pueden saltar con gran facilidad en el suelo arenoso gracias a sus enormes patas traseras, cuyos dedos están provistos de pelos (a modo de raquetas para la nieve) y una larga cola, terminada en un mechón de pelos, que les ayuda a equilibrarse. Presentan un pelo naranja-parduzco en el dorso y naranja-grisáceo en las partes bajas, y blanco en las partes inferiores.
Escarban madrigueras con mucha facilidad para protegerse de las temperaturas del desierto y cuando se sienten amenazados por depredadores. Recorren grandes distancias de noche y se lavan con arena. Apenas beben agua, que extraen de las semillas con las que se alimentan. Son solitarios y la hembra da a luz tras una breve gestación de 4 a 10 crías.
A diferencia de otros roedores no requiere una gran ingesta, sobre todo de cría, come lo que encuentra: flores, hierbas, fruta, semillas, tubérculos, insectos, huevos de ave, etc. Su hábitat se extiende desde el Sahara a Arabia, incluyendo Marruecos, España (Melilla), Argelia, Egipto, Libia, Malí, Mauritania, Sudán, Siria, Jordania, Territorios Palestinos, Israel, Arabia Saudita, Yemen, Omán y Catar.
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