9 de junio de 2012

A los caballos no les gusta “La marca del caballo rampante”

Una Ferrari 458 que cruzaba una calle muy transitada, cerca de la Expo Mundial de Shangai tuvo un encuentro demasiado cercano con un caballo de un club de equitación. El conductor de la Ferrari hizo sonar su bocina (como cualquier piloto de una Ferrari debe hacer), sin embargo uno de los caballos (montado por una novata) reacciono mal, dándole una patada sobre el guardabarros delantero. El dueño de la Ferrari bajó del auto y trató de locos hippies a los desubicados jinetes, pero no pasó a mayores.

“La historia del caballo rampante es simple y fascinante”, dijo Enzo Ferrari, el creador de la firma de automóviles. El caballo estaba pintado en el fuselaje del avión de caza que pilotaba Francesco Baracca, un héroe italiano de la Primera Guerra Mundial que, tras decenas de victorias, fue abatido en el municipio de Montello. En 1923, Ferrari ganó el primer circuito del Savio, en Rávena, y allí conoció al conde Enrico Baracca, padre del ilustre aviador, y más tarde a su madre, la condesa Paolina Biancoli. Ella le pidió que emplease el caballo de su hijo como insignia para sus coches, asegurándole que le traería suerte. Ferrari le hizo caso y conservó el color negro original del animal, al que añadió un fondo amarillo, representativo de Módena, su ciudad natal.

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