Benedicto XVI hace un tiempo definió esta obra de Verdi como “una gran llamada al Padre eterno en el intento de superar el grito de desesperación ante la muerte”.
Con dificultad para sostenerse en pie y su voz apagándose, Fabris siguió cantando –junto al coro Libera Me– el final de la obra, pero tuvo que sentarse en una silla para terminar.
Éste es el momento en el que ocurría el trágico incidente:
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Florencia Fabris, fue atendida por médicos que presenciaban la obra, ellos recomendaron trasladarla al hospital más cercano, donde fue diagnosticada con un ACV, por lo cual debió ser operada de urgencia en una clínica mendocina, pero lamentablemente falleció dos días después.
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